Las
mujeres ruandesas, diez años después
Diez años
después del genocidio y la guerra que asolaron Ruanda en 1994, cobrándose
la vida de un millón de personas, el legado de aquellos acontecimientos
aún perdura. Durante lo que se considera una de las peores tragedias
de derechos humanos del siglo XX, las mujeres ruandesas sufrieron especialmente
los efectos del conflicto, produciéndose entre 250.000 y 500.000
violaciones según datos de la ONU. Los efectos piscológicos
tras las agresiones, el rechazo social y el rápido incremento
de enfermedades de transmisión sexual, especialmente el VIH/SIDA,
perpetúan el trauma de las víctimas de la guerra. Amnistía
Internacional ha iniciado una campaña para reclamar apoyo para las supervivientes
de las violaciones y el genocidio. En esta página se pueden encontrar
también otros documentos, algunos de ellos en inglés,
sobre la guerra en Ruanda, sus consecuencias y la evolución del
proceso de paz.
El
parlamento ruandés, el más paritario del mundo
Tras las
elecciones del pasado octubre, un 48,8% de los escaños en la Asamblea
Nacional ruandesa son ocupados por mujeres, superando así el
45% de mujeres del parlamento sueco. Según la miembro del parlamento
Constance Mukayuhi Rwaka, “si actualmente ocupamos un porcentaje tan
alto de escaños, no es por casualidad. Después de 1994 Ruanda se encontraba
en una situación muy peculiar y las mujeres se movilizaron realmente
en todo el país”. Tras el genocidio las mujeres cobraron un gran protagonismo
organizando de forma más o menos oficial una red de cooperación
para las viudas y las huérfanas de la matanza. La Revista Opciones,
dependiente del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo)
comenta esta noticia.
Misiones
de la Cruz Roja en Ruanda desde 1994
El Comité
Internacional de la Cruz Roja ofrece una página con documentos
sobre el genocidio ruandés y las dificultades del proceso de
paz, entrevistas y fotografías del conflicto. En Ruanda, el CICR
centra sus actividades en las personas detenidas en prisiones y cárceles
comunales, los niños no acompañados, separados de sus familiares en
1994 o durante las repatriaciones masivas en 1996-1997, y las personas
más vulnerables que sobrevivieron al genocidio, principalmente
viudas y huérfanos
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