Amigos,
Parece que hayan habido dos elecciones en Palestina
el domingo: una celebrada en Cisjordania y Gaza, y la otra en
Jerusalén.
La jornada electoral en Cisjordania y Gaza estuvo marcada en muchos
lugares por un ambiente de entusiasmo y celebración. Hubo cánticos
y bailes, salvas disparadas al aire, familias paseando juntas hacia
los colegios electorales. Las organizaciones de mujeres palestinas
habían pasado semanas animando a las mujeres a votar, y muchas
mujeres acudieron a su primera votación, especialmente en los
centros urbanos. Aunque no todos los controles se relajaron y
no todos los palestinos quisieron votar bajo un régimen de
ocupación, el clima general era de esperanza y de un nuevo
comienzo.
La
jornada electoral en Jerusalén, por otra parte, estuvo marcada
por un proceso débil. El gobierno israelí no pudo
evitar que los palestinos residentes en Jerusalén participaran
en las elecciones, pero quiso evitar que Jerusalén pareciera
parte de la Autoridad Palestina. Por eso, las autoridades diseñaron
un sistema electoral que resultó una perla de astucia talmúdica,
permitiendo el voto, pero dándole la apariencia de voto a distancia
emitido en Jerusalén para enviar a un estado palestino que era
“otra cosa”. Por eso, sólo se podía votar en las
oficinas de correo, donde los votos sellados se entregaban a funcionarios
de correos que los insertaban en buzones especiales, presumiblemente
para ser “enviados” a Palestina. Se tuvo especialmente en cuenta la
ubicación de la ranura. Las autoridades israelíes temieron
que una ranura en la parte de arriba de la caja podría parecerse
demasiado a una urna electoral. Por eso, estos buzones tenían
la ranura en el lateral. Aquí hay una foto (izquierda) que hice
de un hombre en uno de estos buzones rojos, detrás de un cristal
e inaccesible al votante. No sólo la falta de privacidad, con
el funcionario mirando mientras se apoya en el mostrador para marcar
su voto, y el siguiente votante acercándose. Peor aún,
sólo 6.000 de 125.000 habitantes de Jerusalén pudo votar
en su pueblo, el resto siendo enviados a colegios electorales en las
afueras, donde el acceso a través de los controles se relajó,
pero siguió sin ser fácil.
Bajo estas
condiciones, muchos palestinos en Jerusalén se negaron a votar.
Y muchos otros temieron votar, por miedo a que Israel pudiera considerar
esto como un motivo para cancelar su permiso de residencia en Jerusalén.
No es sorprendente que una mujer palestina llevando un manojo de plátanos
estuviera fuera de la oficina de correos central de la parte palestina
de Jerusalén repartiendo folletos que tildaban a Israel de
“democracia bananera”.
Yo también
quería ver la excitación en la otra parte de la ciudad,
por eso respondí al llamamiento de Bat Shalom, una organización
pacifista de mujeres, para ayudar a evitar que los israelíes
de extrema derecha pudieran cumplir su amenaza de perturbar la votación.
Cuando seis de nosotras caminamos hacia la parte palestina de Jerusalén,
un oficial de policía israelí nos detuvo, diciendo que
conocía nuestro plan, y que nuestra presencia "provocaría
contra-manifestaciones”. Discutimos durante un rato, y entonces
nos comunicó que estábamos detenidas, para evitar que
‘perturbáramos la paz’. Estábamos indignadas, pero
mientras el policía estaba ocupado con una llamada telefónica,
simplemente nos escabullimos y nos mezclamos con la gente en las calles
laterales, separándonos para que fuera menos llamativo si mandaba
una patrulla. Se pensaría que la policía teniía
a mejores "villanos" de los que preocuparse.
A pesar de las
muchas dificultades y de la cooperación reticente de Israel,
el voto tuvo lugar, dejando a muchos palestinos e incluso israelíes
con sensación
de euforia. Se llevaron a cabo unas verdaderas elecciones –con
verdadera competencia y sin descalificaciones personales– y el candidato
que hizo un llamamiento vehemente por el fin de la violencia y la
negociación de una paz real barrió con un 62% del voto. Ahora
la proverbial pelota está en el tejado de Israel, y las excusas
para no negociar ya llevan largo tiempo muertas y enterradas.
Otras buenas
noticas
24 horas más
tarde, en la parte judía de la ciudad, el nuevo gobierno israelí
– que incluye al Likud, los laboristas y el Judaísmo Unido
Torah, un partido ultraortodoxo– fue investido, gracias la astuta
política de riesgo de Sharon con los extremistas de su partido
que se oponen al abandono de Gaza. El gobierno tendrá ahora
la fuerza parlamentaria necesaria para salir de Gaza, y Shimon Peres
ha vuelto al poder, desafiando la edad, la cordura y la incredulidad
pública.
Y los colonos anti-evacuación están cavando
sus propias tumbas. Tras ser considerados los últimos idealistas,
el apoyo por el movimiento de los colonos ha caído en picado
entre los israelíes debido a los repetidos enfrentamientos
violentos con los soldados israelíes evacuando los puestos
fronterizos de los colonos. Hoy, los colonos son vistos como grupos
marginales anti-democráticos y lunáticos. En verdad,
la inmensa mayoría de los colonos son mucho más moderados,
y abandonarían los territorios en un momento por el precio
de su propiedad, pero son los fanáticos los que marcan el tono.
Por cierto, en un pequeño encuentro esta tarde donde el ex presidente
de los Estados
Unidos Jimmy Carter, observador electoral en jefe en Oriente Medio,
habló a los participantes del Programa de Acompañamiento Ecuménico
(al que tuve la suerte de asistir), este hombre honorable reprendió
a la gente por utilizar el término “valla”. Dijo Jimmy,
“Israel ha convencido con éxito a los Estados Unidos que esto
es una valla inocua, como si fuera una valla alrededor de un pasto
de vacas, per se trata en realidad de un muro de división y
nos deberíamos referir a él como tal… Este muro es una
de las más vívidas vulnerabilidades de las políticas
del primer ministro Sharon.” Bravo, Sr. Carter, por hablar con
claridad.
El lunes fue además
un gran día para los defensores de los derechos humanos, ya
que el Tribunal Supremo de Israel dictaminaron que las parejas de
lesbiana pueden adoptar oficialmente los hijos de las otras. Estamos
muy agradecidas a Tal y Avital Yaros-Hakak, que sacrificaron su intimidad
para establecer este importante precedente.
Finalmente,
la tragedia en el Océano Indico, lleva a un extremista religioso
a comprenderlo: Un religioso musulmán anunció que los
zionistas provocaron el tsunami. Esto fue prácticamente
confirmado por un rabino en Israel, que anunció que a Dios
no le gustan los no-judíos, y que por eso les lanzó
todo este agua. Consenso judío-musulmán, por fin,
ayudándonos a entender el misterio de los caminos de Dios.
Shalom desde
Jerusalén,
Gila Svirsky,
Coalición de Mujeres por la Paz
www.coalitionofwomen.org |