Tres manifestaciones y un Seder

29 de abril de 2005

Durante esta semana de Pascua judía había que escoger las manifestaciones con mucho cuidado. Si ibas a la de Gaza o en el norte de Cisjordania, uniéndote a los colonos reaccionarios para protestar por su inminente evacuación, tus actividades estarían protegidas por los soldados israelíes y la policía fronteriza para protegerte de los palestinos – desarmados y simplemente esperando a que los colonos se marchen. Si ibas a la manifestación ultraortodoxa contra la construcción de la nueva Autopista 6 – supuestamente planificada sobre un antiguo cementerio – podías “lanzar piedras, ladrillos, barras de metal y bancos a la policía” [Ha’aretz, 28 de abril de 2005] con relativa impunidad. Sí, algunos de los ultraortodoxos fueron golpeados con porras y otros 15 fueron arrestados después de asaltar la casa del ingeniero jefe de la autopista, pero por lo demás todo quedaba en la familia.

Pero por lo contrario, si asistías a la manifestación de ayer contra la construcción del Muro de Separación en Bil’in, un pueblo palestino en los Territorios Ocupados, te esperaba una sorpresa. No sólo los manifestantes eran atacados ferozmente por soldados israelíes con granadas aturdidoras, gas lacrimógeno, porras y balas. También había provocadores entre los manifestantes que deliberadamente desencadenaron el tumulto provocando a los soldados y tirándoles piedras.

¿Suena como una escena de un régimen despótico pasado de moda?  Efectivamente, y parcialmente reconocido por el ejército israelí: “Teníamos agentes entre los manifestantes, pero sólo para vigilarlos, y ellos no empezaron con el lanzamiento de piedras, pero se unieron a él para evitar que su identidad fuera revelada” [Canal 10 de noticias, 29 de abril de 2005].

Esta declaración desafía la lógica, la ética y los informes de testigos, por ejemplo el de Adi Dagan de la Coalición de Mujeres por la Paz:

“Muchas mujeres de la Coalición de Mujeres por la Paz, junto con activistas de Ta’ayush, Gush Shalom, Anarquistas Contra el Muro y otros, fueron hoy a Bil’in a participar en una manifestación noviolenta contra el muro que había sido coordinado con anterioridad con los organizadores del pueblo. Planeamos caminar al lugar de construcción y plantar olivos. Tan pronto como abandonamos el pueblo y nos dirigimos a los olivares donde está teniendo lugar la construcción, nos esperaba el gas lacrimógeno (oler una cebolla ayuda mucho!) y el ataque de los soldados. De repente, vimos a gente enmascarada dentro de la manifestación tirando piedras a los soldados, luego desenfundaron sus armas y se llevaron a un manifestante – por tanto quedó claro que era una unidad secreta israelí [mista’aravim– soldados israelíes que se disfrazan como civiles árabes], enviados para calentar el ambienter y causar provocaciones. Era como una película con la unidad secreta en el papel de Ninjas.”


Los manifestantes, en su mayoría pobladores palestinos y algunos activistas por la paz israelíes, estaban comprometidos con la noviolencia y tenían experiencia en no dar al ejército un pretexto para abrir fuego. Estaban allí para plantar olivos. No tiraron piedras.

La afirmación del ejército que sus agentes secretos tiraron piedras para evitar revelar su identidad es absurda. Primero, el código de conducta de la policía prohibe un comportamiento tan poco ético. Segundo, los manifestantes pueden escoger su nivel de implicación, y nadie despierta sospechas por retirarse de la primera línea de manifestantes. Claramente, se trataba de un acto de provocación del ejército.

¿Pero, porque provocar? Esto es parte de la actual política israelí de tolerancia cero hacia protestas de palestinos, en un esfuerzo por sofocar la disensión y la resistencia hacia la ocupación israelí. Y no nos molestes con argumentos sobre el derecho a protestar; la “única democracia en Oriente Medio” se acaba ante los puestos de control de los territorios ocupados.

Y de este modo, cuando llegamos al final de la pascua judía, con la celebración de la liberación de los Israelitas de Egipto hace miles de años, es fácil caer en el mito e ignorar la realidad. La ocupación corrompe y embrutece al ocupante, encerrando a los opresores a la necesidad de controlar a los oprimidos. Déjales libres.

Gila Svirsky, Jerusalem
Coalición de Mujeres por la Paz
www.coalitionofwomen.org